Virgen de los Remedios, la Generala que venció al sanguinario Huitzilopochtli

Estando Hernán Cortés en Tenchtiltlan y buscando erradicar el demoniaco culto que los aztecas profesaban al ídolo Huitzilopochtli al que en verdaderas orgías de sangre ofrecían sacrificios humanos y extraían los corazones aún palpitantes de las víctimas en su honor. Subió las escaleras impregnadas de sangre humana del Templo Mayor, hasta donde se hallaba el falso dios y empujando el monolito desde las alturas lo hizo rodar por las escaleras mientras se deshacía en múltiples pedazos ante la alarma del pueblo azteca que, horrorizado por lo que consideraba un "sacrilegio", pensaba que ocurriría un gran cataclismo como consecuencia del mismo. Grande debió ser su asombro al comprobar que nada de eso ocurrió. Entonces, Cortés ordenó a Rodríguez de Villafuerte que colocara la imagen de la Virgen de los Remedios en el altar del ídolo, donde solían efectuarse los sacrificios humanos, mostrando que a quien deberían invocar sería ahora a la Santísima Virgen María en lugar del monolito diabólico que exigía, según las creencias aztecas, un baño continuo de sangre humana en su honor. Allí fue expuesta la imagen de la Virgen de los Remedios por unas semanas hasta que estalló la guerra con los aztecas. Así la dulcísima Virgen vencía, gracias a la audacia y el valor de Cortés, al falso dios sanguinario que terminó totalmente destruído.

Luego, durante la derrota del 30 de junio de 1520, Cortés tuvo que retirarse precipitadamente de Tenochtitlan y a esa fecha se le conoce como la Noche Triste. La escena según cuentan los cronistas, fue espantosa: mientras intentaban huir por la calzada de Tlacopan (Tacuba) muchos de los españoles habían caído prisioneros y podían divisarse como eran sacrificados por los aztecas. Exhausto y desmoralizado, el conquistador y sus hombres llegaron a un pequeño cerro y decidieron pernoctar en ese lugar. Se dice que la Virgen se les apareció acompañada por Santiago -Patrón de España- y los abatidos conquistadores encontraron un remanso de paz, confiando en que la Madre de Dios los conduciría a la victoria definitiva. Un año después caería Tenochtitlan..

Pero durante ese retiro en la Noche Triste, abandonaron todo lo necesario para facilitar la salida y por ese motivo la pequeña imagen fue escondida bajo un maguey. Probablemente se perdió su ubicación porque durante años no se supo nada más de aquella imagen labrada de madera.
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Hacia 1540, un indio cacique, de nombre Juan de Águila caminaba por los parajes cercanos al pueblo de Tacuba y vio a la Señora en el cielo “que con voz sensible le decía, hijo, búscame en ese pueblo”. Poco tiempo después, debajo de un maguey, Juan de Águila (Juan Ce Cuautli) encontró la vieja estatuilla de madera que había desaparecido desde 1520. La llevó a su casa en san Juan Totoltepec, una villa cercana donde expertos -como el cronista Ricardo Poery- consideran se localiza el verdadero árbol de la Noche Triste: un multicentenario, gigantesco, majestuoso y muy bien conservado sabino o ahuehuete, donde Cortés lloró su inicial derrota(1). La noticia del hallazgo de la imagen llegó a los españoles, quienes la habían venerado desde el principio de la conquista, así como también, los nativos, quienes encontraron en ella consuelo en medio de sus dificultades, por ello erigieron primero una ermita en este cerrito llamado Otomcapulco hoy renombrado como de los Remedios.
Algunos años más tarde, la devoción a Nuestra Señora de los Remedios se fue extendiendo poco a poco por todas partes y lasautoridades civiles construyeron en 1575 el santuario donde hoy es venerada la imagen en el actual municipio de Naucalpan.
Durante la época colonial, la gente recurría a la Virgen de los Remedios “en las faltas de lluvias a su tiempo, las epidemias de tabardillos, sarampiones y otras semejantes”. Durante años su imagen recorrió la Calzada México-Tacuba para proteger al pueblo de las terribles epidemias, inundaciones o temblores que de vez en cuando azotaban a la ciudad. En las vistosas y multitudinarias procesiones, las autoridades eclesiásticas y civiles -incluyendo al propio virrey y sus consejeros- trasladaban a la Virgen desde su santuario en las afueras de
ciudad para colocarla durante meses en la catedral de la Ciudad de México.

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Publica: Coordinación de Prensa y Comunicaciones Canal Cristovisión

Fuente: ACI Prensa

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Posted by editor22