Durante la Audiencia General de este miércoles 17 de octubre el Papa Francisco advirtió que el insulto, el desprecio o el sentimiento de odio hacia otra persona, sobre todo si es un hermano, ya es una forma de asesinato.
En su catequesis, el Santo Padre siguió reflexionando, como hizo en las anteriores Audiencias Generales, sobre el Quinto Mandamiento del Decálogo: “No matarás”.
“A los ojos de Dios, la vida humana es preciosa, santa e inviolable. Nadie puede despreciar la vida de los demás o la vida propia. El hombre, de hecho, lleva en sí la imagen de Dios y es objeto de su amor infinito”.
En el Evangelio, Jesús plantea una nueva perspectiva de este mandamiento, comentó el Papa. De hecho, Jesús enseña que “delante del tribunal de Dios, incluso la ira contra un hermano es una forma de homicidio”. También el Apóstol San Juan dejó escrito: “Quien odie a su propio hermano es un homicida”.
“Y nosotros nos hemos acostumbrados a insultar”, lamentó el Papa. “Te viene un insulto como si fuera un respiro. Y Jesús te dice ‘párate’, porque el insulto hace mal. Mata. El desprecio es una forma de matar la dignidad de la persona”.
“Sería bello que esta enseñanza de Jesús entrase en la mente y en el corazón, y cada uno de nosotros dijera: ‘No insultaré nunca más a nadie’. Sería un buen propósito. Jesús dice que, si insultas, si desprecias, si odias, eso es homicidio”.
Sin embargo, Jesús “no se detiene en eso, sino que, en esa misma lógica, añade que incluso un insulto puede matar”. En ese contexto, “Jesús incluso invita a interrumpir la ofrenda del sacrificio en el templo si hay alguna ofensa a un hermano en nuestra conciencia, e ir a reconciliarse con él”.
“También nosotros, cuando vamos a Misa, debemos tener esta actitud de reconciliación con las personas con las que hayamos tenido problemas. De aquellos de los que hayamos pensado mal, o a los que hemos insultado. Pensemos en la importancia del insulto, la importancia del desprecio, la importancia del odio. Jesús los sitúa en la línea del asesinato”.
“¿Qué es lo que pretende Jesús extendiendo hasta ese punto el ámbito del Quinto Mandamiento?”, preguntó el Pontífice. “El hombre tiene una vida noble, muy sensible, y posee un ‘yo’ recóndito no menos importante de su ser físico”.
De hecho, advirtió que “para ofender la inocencia de un niño basta con una frase inoportuna. Para herir a una mujer puede bastar un gesto de frialdad. Para destrozar el corazón de un joven es suficiente negarle la confianza. Para aniquilar a un hombre basta con ignorarlo”.
"La indiferencia mata. Es como decirle a uno, ‘tú eres un muerto para mí’. Porque tú ya lo has matado en tu corazón”. “Cada vez que expresamos desinterés por la vida de los demás, cada vez que no amamos, en el fondo despreciamos la vida. No amar es el primer paso para matar”, advirtió.
En este sentido, recordó las palabras de Caín en la Biblia cuando Dios le pregunta dónde está su hermano. Caín responde: “No lo sé. ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”. “Así es como hablan los asesinos”, aseguró Francisco. “Probemos a contestar nosotros a esa pregunta: ¿somos guardianes de nuestros hermanos? ¡Sí, los somos! Somos guardianes los unos de los otros”.
“La vida humana tiene necesidad de amor. ¿Y cuál es el amor auténtico? El que Cristo ha mostrado, es decir, la misericordia. El amor del cual no podemos prescindir es aquel que acoge al que nos ha hecho mal. Nadie de nosotros puede sobrevivir sin misericordia, todos tenemos necesidad del perdón. Por lo tanto, si matar significa destruir, suprimir, eliminar a alguien, entonces ‘no matarás’ significa cuidar, valorar, incluir y perdonar”.
El Papa finalizó su catequesis subrayando que “nadie se puede considerar excluido de esta actitud pensando: ‘Yo estoy bien porque no hago mal a nadie’”. Frente a esa actitud, el Santo Padre recordó que “un mineral o una planta tienen este tipo de existencia, un hombre no”.
Publica: Coordinación de Prensa y Comunicaciones
Fuente: ACI Prensa