La celebración que nos convoca hoy es muy, muy especial, es la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Esta celebración es de especial aprecio y agrado para todos aquellos que reconocemos en María a la Madre del salvador, a aquella mujer que intercede por nosotros ante su hijo, ante el padre. Nuestra fe proclama que María es la virgen madre, inmaculada, preservada de pecado, agraciada por Dios quien la ha escogido para que sea la madre de Jesús el salvador, cumpliendo la profecía hecha por Dios en el libro del génesis y que hemos escuchado hoy. Hoy podríamos decir en palabras sencillas como las del Papa Francisco: ¡Tu eres toda hermosa, oh María!
Además de esta celebración, nos alegramos con toda la Iglesia porque justamente hoy el Santo Padre Francisco inaugura el jubileo extraordinario de la misericordia, invitándonos a vivir como auténticos cristianos que hacen de su vida un continuo acto de misericordia y de amor hacia los hermanos y en especial hacia los menos favorecidos.
En esta celebración la Palabra de Dios trae consigo varios mensajes que les invito a tener en cuenta en éste tiempo de adviento en el que preparamos nuestros corazones para la venida del Señor. Reflexionemos sobre el significado de la primera lectura tomada del libro del Génesis: Luego del pecado de Adán y Eva, el Señor Dios le pregunta al hombre:
"Dónde estás?"(Gn 3,9) la respuesta de Adán manifiesta claramente que ya no está con él, que a pesar de todo, voluntariamente ha decidido alejarse de Dios: "Oí tus pasos en el huerto, tuve miedo y me escondí, porque estaba desnudo" (Gn 3,10). Con la respuesta y actitud de Adán se ha abierto en el corazón de la humanidad una grieta de tal magnitud que ha dejado a al hombre sin rumbo, sin futuro, sin luz. Ante ésta situación, el hombre y la mujer tratan de responsabilizarse mutuamente por lo que ha sucedido, llegando hasta la raíz poderosa que ha causado este mal: "La serpiente me engañó y comí" (Gn 3,13 b). Como el mismo texto lo relata, la actitud de Dios es muy distinta a la de los hombres. Ante la falta cometida, la respuesta de Dios no es otra que un profundo acto de amor y misericordia. Él se pone en favor de los primeros padres, es decir de la humanidad.
Lo que ha sucedido solo alcanzará a herir el talón de la mujer portadora de la vida, pero el que va a nacer de la mujer, herirá la cabeza de la serpiente, es decir acabará totalmente con el mal.
Ahondando en el mensaje de la Palabra, en el evangelio que hemos escuchado hoy se da a conocer la forma como Dios responde y da cumplimiento a la promesa misericordiosa hecha desde antiguo y cumplida ahora cuando se hace hombre en María. El temor de María de desvanece al escuchar las palabras del Ángel Gabriel:
"Dios te ha concedido su favor" (Lc 1,30). Por la acción del Espíritu Santo, de María nacerá el único que será capaz de acabar con el mal, el único capaz de aplastar la cabeza de la serpiente "porque para Dios nada hay imposible" (Lc 1,37).
Puede que María desconozca cómo Dios la va a hacer madre de Jesús, pero lo que ella no desconoce son las acciones salvadoras de Dios con su pueblo, acciones que son muestra del amor de Dios y respuesta de quienes aceptan vivir plenamente en Dios: "Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices" (Lc 1,38). Esta experiencia misericordiosa del amor de Dios fue la que María transmitió y testimonio en la vida de Jesucristo. No hay manera de liberarse del mal y destruirlo en el corazón del hombre que no sea a través de la humildad, la disponibilidad a lo que Dios pide y la confianza en la acción de Dios por encima de todo.
Pidámosle a María, la virgen madre de Dios que nos acompañe en este año de la misericordia para que, al igual que ella, con nuestros ojos puestos en Jesús entremos por "la puerta que nos introduce en la misericordia del Padre" y así,podamos también preservarnos de todo lo que nos aleja de Dios y de nuestros hermanos.